La educación pública mexicana, esa que recibimos la mayoría y que también fue la de nuestros padres, es una diseñada para generar obreros, personas obedientes, sumisas, que respondan ante las demandas de quienes tienen el poder.
De ahí la enorme dificultad que algunos tenemos para decir «NO»Y es que toda nuestra construcción educativa y social está diseñada para evitar esa temida palabra.
Nos formaron para no saber negarnos, para decir el sí o dilatar la fatalidad de la respuesta negativa de un modo que quizá no sea necesario decirla.Y tantos problemas nos ahorraríamos si tan sólo fuésemos capaces de decir un simple «NO».
Los conflictos se derivan de la mala comunicación y ésta de la incapacidad de expresar lo que realmente se desea, especialmente cuando ese deseo es negar otro deseo.
Por ello, para evitar el temido «NO», optamos por el uso de indirectas, evasivas o ambigüedades, todo para ahorrarnos la pena de decir «NO».
Y sólo debemos aceptar un montón de conflictos a cambio. Realiza cambios en tu construcción, aprende a negarte, no temas decir «NO» a aquello que de verdad NO quieres en tu vida. Créeme, te vas a evitar muchos problemas.
No porque alguien quiera algo de ti significa que se lo darás, hacerlo solo nos ocasiona una doble pérdida, que se traduce en más conflicto porque al deseo frustrado se le suma frustración; ello conlleva una expectativa de retribución que nos hace esperar que el otro haga algo para compensar lo que dimos; hecho que probablemente no llegará o llegará muy tarde, cuando más deuda se haya acumulado.
Es por ello que debes poner límites, debe haber cosas que no quieras dar y cuando las tengas claras debes manifestarlas, todo aquello con lo que no te sientes cómodo/a en dar, debes negarlo; solo así evitarás la acmulación de deuda que acabará por desgastar la relación con tu seres cercanos.
Así que comienza una introspección: ¿Qué es importante para ti? ¿Qué necesitas para tu felicidad? Puede ser tiempo con tus amistades, con tu familia, pasatiempos, trabajo, un espacio personal; fumar, comer, dormir. Realmente no importa cuál sea tu límite, lo que importa es que es tuyo y debes dejarlo claro y pelear por mantenerlo.
Cuando tus límites están claros son mucho más fáciles de respetar y defender.
Piénsalo como las señales viales, cuando no están hay duda de su podemos hacer o no algún movimiento, mientras que cuando están claramente señaladas, evitan malentendidos y confusiones. Tus límites, aquello que no quieres dar, deben ser claros como el cristal más puro y debes mantenerlos claros, porque cuando tú los rompes, pierden claridad para los demás.
Así que en cualquier relación interpersonal que tengas, nunca olvides que jamás debes dar aquello que no quieres entregar.
Foto por Borja Verbena en Unsplash